BurriBurger, tan malo y cutre como su nombre
Si eres aficionado a pedir comida en Uber Eats, cada vez que estás de resaca, probablemente te sonará haber visto el BurriBurger, que suele contar con ofertas de 2×1 constantemente en la app. Lo que tiene pinta de ser una cocina fantasma, que únicamente reparte hamburguesas y burritos por delivery, nos regaló un menú para dos personas, con dos burritos a elegir, unos aros de cebolla y un postre. Esto se debe a un concurso que ganamos en su Instagram, y no a una nefasta estrategia de influencers.
Tras unas largas negociaciones, a través de DM de Instagram, para acordar la fecha de entrega, donde tardaban más de 24 horas en contestar nuestros mensajes, llegó el viernes a medio día. El momento de recibir nuestro pedido a domicilio y jugarnos nuestro fin de semana a cara o cruz.
Después de algo más de una hora esperando, comenzamos a pensar que estábamos siendo el trol troleado y que el pedido nunca llegaría, lo cual nos hubiera hecho bastante gracia si no fuera porque nos moríamos de hambre. Llegado el pedido, nos encontramos en que nos habían cambiado los aros de cebolla por fingers de pollo y que nos regalaban un postre extra por las molestias. Comenzaba bien la cosa.
Para ser un sitio que se llama BurriBurger, del que ya solo por el nombre esperas muy poco, tenemos que reconocer que los fingers de pollo nos sorprendieron. Picantitos, y acompañados por una salsa sweet chili, eran mejores que los de algún que otro sitio de mierda donde los hayamos pedido para picar entre cervezas.
Dos burritos, unos fingers de pollo, y dos porciones de tarta de queso gratis, que nos salieron bastante caros.
Por el peso de la bolsa, podíamos intuir que los burritos, a pesar de ser gratis, eran enormes. Dos burritos que prometían ser tan pesados tanto en la bolsa, como en nuestro estómago. El primero, el de la casa. El burrito BurriBurger, del que esperábamos que el relleno fuera carne de hamburguesa y no de carne picada envasada del Día, gris y sin sazonar, pasada por la sartén sin ningún tipo de gracia que te diera motivos para querer terminártelo. Como segundo burrito nos pedimos el más caro, ya que había que aprovechar que era gratis. El burrito de ternera era más aceptable que el otro, ya que sabía principalmente a salsa de queso para dipear de Hacendado con la que camuflar el sabor del resto de los alimentos.
El postre probablemente fuera lo mejor de todo, dos porciones de tarta de queso que, aunque estaba aceptable, prometía no contribuir a nuestro bienestar. Porque, sí, queridos lectores. La moneda salió cruz. Y, aunque también puede pasar en los mejores restaurantes, no nos sorprendió lo más mínimo que estos burritos dejaran fuera de juego a las 2 personas que los comieron, a todas las que entraron al baño después de cada una de las 6 veces que fuimos, y a nuestra ropa interior que dejó traspasar el burrito hasta el pantalón.
Nos cagamos encima, por vosotros, para que no tengáis que pasar por esta experiencia.
Si ya no sales de fiesta por culpa de la pandemia, o porque te haces viejo, pero quieres rememorar esa incertidumbre que sentías cuando salías de la discoteca a las 6 de la mañana y te comías un menú kebab con patatas que no sabías cómo te iba a sentar, este es el sitio idóneo para volver a experimentarlo. Pero con burrito. ¡Pídelo ya en Uber Eats!
Precio aproximado: 10 euros + caja de Almax