Bar Pavón, donde la tradición y el minimalismo logran encontrarse

En el barrio de Lavapiés, cada vez más, aparecen nuevos locales de moda que encarecen los precios de la zona, para goce y disfrute de la cartera de los vecinos del barrio. En ocasiones, son precisamente bares de toda la vida los que se pasan al bando de la gentrificación, gracias a que su autenticidad y ambiente castizo atrae a los más modernos. Como es el Bar Pavón, antiguo bar del ahora Teatro Pavón Kamikaze, que seguro hace las delicias de los vecinos de la calle Embajadores 9, con su bar sin insonorización y repleto de gente gritando.

Ya sea un lunes por la noche, un viernes por la tarde o un domingo de rastro, el Bar Pavón siempre está a reventar de gente de todo tipo: vecinos de toda la vida, artistas de dudosa reputación e incluso miembros de Podemos que podrás reconocer fácilmente porque les permiten pagar en bolívares. Este bar emana un aroma característico, entre el olor a sumidero y el aceite de las exquisitas barbas de sus camareros.

Sigue siendo el bar donde los viejos se toman su última ronda antes de morir.

En cuanto a la apariencia del local, han mantenido todo el atractivo estético del bar tradicional, rescatando su precioso techo artesonado de madera, sus amplios ventanales pintados o su clásica barra en zinc, de las que suelen desinfectar con ginebra en los auténticos bares de borrachos.

Donde no mantienen su naturaleza castiza, es en su carta. Elaborada por Rick Moranis y su rayo electromagnético reductor de Cariño, he encogido a los niños: Las clásicas dos cucharaditas de hummus toledano, el típico puñado de nachos de Aranjuez, una baguetina de pastrami soriano o una mini hamburguesa de ninguna parte, porque en ningún lugar le ponen una rodaja de pepino. Platos minimalistas que podrás degustar si tienes la suerte de encontrar sitio en mesa o barra, mientras admiras la belleza y perfección de la barba de los camareros que te sirven sin quitar los vasos sucios de los comensales anteriores.

No faltará la diversión, ya que el tamaño de sus platos es de risa.

Este acogedor local, que podéis seguir en Instagram para etiquetar vuestras fotos de postureo, tiene algo que te hará olvidar cualquier mala experiencia cada vez que vuelves, ya sea para desayuno, aperitivo, comida, merienda o cena, y hueles el delicioso aroma del aceite de barba de sus camareros.

Precio: 15-20€