Casa Mortero a través de las lagunas de una buena borrachera

Llega la Navidad y los días de juntarse a cenar en familia y soportar al imbécil de tu tío, de tu cuñado o de tu primo. Por eso, queríamos mostraros la cena de Navidad, de los que formamos la familia de Cero Estrellas, en Casa Mortero. Situado, si no recordamos mal, detrás del Congreso de los Diputados, ya que tenemos la mente llena de lagunas por el ciego de magnitudes colosales que pillamos esa misma noche. Y así, con esa información parcial que disponemos, os lo contamos.

Acabamos tan ciegos que nuestros recuerdos son prácticamente las fotos del iPhone.

Llegamos a Casa Mortero ya un poco piojitos. Al ver ahora las fotos, con la primera cerveza pensamos que nos sirvieron de tapa un mejillón, hasta que hemos hecho zoom en el móvil y hemos visto que era como un cuadradito de atún crudo en una cuchara.

De aperitivo pedimos croqueta de jamón, que creemos recordar que no eran gran cosa. Levemente grasientas y con un interior sorprendentemente oscuro para ser de jamón, si es que nuestra mente no nos ha jugado una mala pasada y nos estamos confundiendo con otras. También de entrante, pese a no ser grandes admiradores de esta verdura a pelo, nos trajeron una ensalada de pimientos a la brasa cuyo sabor nos sorprendió gratamente.

Con las albóndigas de vaca lo único que recordamos es que se nos pasó un poco el pedal que llevábamos encima. Pero claro, estas lagunas no son de beber en la cena precisamente.

¿Alguien que haya probado estas albóndigas y nos pueda decir si están buenas? No nos acordamos.

Pasando las fotos, nos damos cuenta de que también nos trajeron mejillones (ahora sí, de verdad) que, a pesar de que estaban tan ricos que sopamos el pan en su salsa, nos resulta raro que los traigan después de las albóndigas y no como aperitivo. Después, un meloso arroz de pato del que tenemos buen recuerdo gracias al contraste con su piel crujiente.

Meloso como la caca de un día de resaca. Piel crujiente como nuestras cervicales a la mañana siguiente.

Y como plato principal, 400 gramos de lomo de vaca vieja a la brasa, madurado durante 30 días, que no hubo gin-tonic, chupito de Jäger, chupito de Thunderbitch, chupito de tequila, ni Jäggerbomb que nos hiciera desaparecer su intenso sabor de nuestra boca a la mañana siguiente.

El recuerdo de 400gr de carne de vaca vieja a prueba de Jäger, Thunderbitch, tequila y gin-tonics.

Como postre final una tarta de queso con helado de toffe, que no recordamos muy bien. Y también frutas del bosque con absenta que en absoluto estaban buenas pero que pondría su granito de arena para que hoy seamos incapaces de escribir este post.

Precio aproximado: 40 euros